La escala tradicional Saffir-Simpson agrupa a los huracanes en un sistema de clasificación del 1 al 5 basado en la velocidad máxima sostenida del viento, siendo la categoría 5 aquella que tiene vientos de al menos 252,67 km/h.
Pero a medida que los huracanes se intensifican en severidad, podría ser momento de repensar el sistema de clasificación, dice Auroop Gangauly, profesor distinguido de ingeniería civil y ambiental de la Universidad de Northeastern, y se según recoge la noticia en Northeastern Global News.
"Estoy de acuerdo con muchos meteorólogos en que la forma actual de categorizar los huracanes necesita una revisión", afirma.
"El enfoque actual casi exclusivo en la velocidad del viento no pone suficiente énfasis, por ejemplo, en el importante potencial de los huracanes para generar inundaciones", dice Ganguly.
El huracán Helene, que tocó tierra en septiembre como huracán de categoría 4, arrojó más de 760 l/m2 de lluvia en partes del sureste de Estados Unidos y arrastró a niños y abuelos, matando a 176 personas.
Los vientos huracanados también han crecido en intensidad: en octubre, el huracán Milton se intensificó de forma "explosiva" sobre el Golfo de México, aumentando la velocidad del viento de 153 km/h a 289 km/h en un período de 24 horas, según el Centro Climático de Florida.
"Los huracanes se están volviendo más fuertes e intensificando con mayor rapidez", afirma Qin Jim Chen, profesor de ingeniería civil y ambiental, y ciencias marinas y ambientales. Sin embargo, añade que la categoría de un huracán "no es el factor más importante en cuanto a su impacto".
"Un huracán de categoría 1 puede generar una marejada ciclónica en un estuario equivalente a la que se observa típicamente en un huracán de categoría 3 que toca tierra en una costa recta. El huracán Isaac en 2012 es un buen ejemplo", afirma Chen.
"No creo que sea necesario crear una nueva categoría para las tormentas tropicales más fuertes porque los huracanes de categoría 5 ya son muy destructivos si tocan tierra", afirma.
La temporada de huracanes de 2025 en el Atlántico podría ser más activa de lo normal se predijo basándose en varios factores, incluidas temperaturas del mar más cálidas que el promedio en la cuenca del Atlántico. Las temperaturas más cálidas proporcionan más energía a los huracanes.
Otros factores que influyen en el pronóstico son el potencial de una mayor actividad del monzón de África occidental y las expectativas de que El Niño Oscilación Sur (ENSO) esté en una fase neutral.
Se espera que el monzón se desplace hacia el norte y produzca el tipo de ondas tropicales que generan algunas de las tormentas tropicales atlánticas más fuertes y duraderas, dice la NOAA.
Se espera que un ENSO neutral produzca menos cizalladura del viento que puede destrozar los huracanes a medida que se desarrollan.