Prácticamente no hay persona en el mundo que no esté expuesta a la contaminación del aire. De hecho, de acuerdo con un estudio de 2019, el 99 % de la población mundial vivía en lugares donde no se respetaban las Directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la Calidad del Aire.
La contaminación del aire es uno de los mayores riesgos ambientales para la salud, con carga de morbilidad derivada de accidentes cerebrovasculares, cardiopatías, cánceres de pulmón y neumopatías crónicas y agudas, entre ellas el asma.
Si bien, cuando pensamos en contaminación, lo asociamos a un entorno industrial, urbano, la contaminación de origen natural ocurre en cualquier ámbito, urbano o rural: erosión del suelo, erupciones volcánicas, incendios forestales, tempestades de polvo, etc.
BRAKE DUST MAY BE MORE TOXIC THAN DIESEL EXHAUST
— Mario Nawfal (@MarioNawfal) February 14, 2025
Bad news for anyone who drives: your brakes might be poisoning the air more than your exhaust.
A new study found that microscopic particles from brake padsespecially those loaded with coppercan be even more harmful to human pic.twitter.com/A5U4Rsmd0E
Pero si hablamos de contaminación del aire en un entorno urbano, lo primero que se nos viene a la mente son las emisiones del escape de los motores diésel, y eso está comprobado por numerosas investigaciones. Sin embargo, un estudio realizado por un equipo interdisciplinario de investigadores de la Universidad de Southampton, en el Reino Unido, demuestra que el polvo de las pastillas de freno podría ser más perjudicial para nuestros pulmones que muchos de los otros contaminantes que podríamos suponer.
Las mejoras en la eficiencia de los motores a explosión, especialmente en los diésel, sumadas a los sistemas diseñados para reducir las emisiones contaminantes, (catalizadores, filtros de partículas y depósitos para aditivos entre otros), y las regulaciones ambientales, los han hecho más amigables con el ambiente.
Sin embargo, las partículas producidas por el desgaste de la carretera, de los neumáticos y de los frenos, conocidas como las “emisiones sin escape”, no están reguladas y son ahora el principal tipo de emisiones del transporte por carretera, superando las emisiones de escape en muchos países europeos.
De todas las emisiones sin escape, el polvo liberado por el desgaste de las pastillas de frenos suele ser el principal contribuyente, y no está sujeto a regulación alguna. Y peor aún: se sabe mucho menos sobre los posibles efectos sobre la salud del polvo de los frenos en comparación con el polvo de los gases de escape del diésel.
Se analizaron los efectos del polvo procedente del desgaste de las pastillas de frenos sobre las células alveolares humanas, y se compararon los resultados con los provenientes de las partículas emitidas por los motores diésel. Mediante técnicas avanzadas como secuenciación de ARN (RNA-Seq), análisis metabólicos, espectrometría de masas y ensayos con reporteros biológicos, se buscó comprender los mecanismos de toxicidad.
Los hallazgos fueron sorprendentes.
El estudio demostró que las partículas no procedentes de las emisiones son potencialmente igual de perjudiciales para la salud que los gases que respiramos. El polvo de frenado es uno de los componentes principales de la contaminación atmosférica urbana, ya que genera el 20 % de las partículas procedentes del tráfico.
Es que por los materiales con los que se fabrican los frenos modernos, el polvo que se desprende de ellos posee un alto contenido metálico (hierro, cobre, titanio y magnesio), el cual provoca un gran estrés y daño en las células del cuerpo humano.
Esto es un llamado de atención, ya que es altamente probable que ese porcentaje aumente en un futuro no muy lejano. Con regulaciones enfocadas solamente en disminuir la emisión de gases nocivos, no es suficiente para la protección de la salud pública.
Los vehículos eléctricos, aliados en la mitigación de emisiones, contienen componentes metálicos en el embrague, el motor y los frenos, y además tienen un mayor peso. Es crucial implementar mejoras en diseño de tecnologías resistentes a la fricción y al desgaste.
Our researchers @JamesParkinSci @MattLoxham @UoS_Medicine have shown tiny particles emitted by some commonly fitted brake pads can be more toxic than those in diesel exhaust.
— University of Southampton (@unisouthampton) February 14, 2025
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El estudio concluye que es fundamental actuar también sobre las emisiones sin escape, destacando la necesidad de una legislación específica para proteger la salud pública.