La transición energética global ha logrado un hito sin precedentes: la producción mundial de energía solar ha superado, por primera vez, a la energía nuclear. Un logro impulsado principalmente por el despliegue masivo de es solares en China, India, Estados Unidos y varios países de la Unión Europea.
De acuerdo con los datos publicados por el grupo de analistas del sector de la energía EMBER, el pasado abril la generación de energía solar alcanzó los 233 teravatios-hora (TWh), superando ligeramente a los 213 TWh generados por centrales nucleares a nivel mundial.
Esta tendencia marca un cambio significativo en el panorama energético internacional y consolida a la energía procedente del sol como un pilar fundamental del suministro eléctrico del futuro.
El incremento de producción de la energía solar está siendo meteórico. En 2015, apenas representaba el 1% del mix eléctrico (la combinación de las diferentes fuentes de energía que cubren el suministro) global. Diez años después, su participación supera el 12%.
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— Dave Jones (@CleanPowerDave) May 21, 2025
La disminución sostenida de los costes de instalación —que han caído más de un 80% desde 2010— y la políticas públicas cada vez más favorables al desarrollo de fuentes de energía renovable, han sido claves en este avance.
Para el economista turco Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía (AIE), “estamos asistiendo a un punto de inflexión histórico” donde “la energía solar no solo es más limpia, sino que, en la mayoría de los mercados, ya es más barata que muchas fuentes tradicionales”. Para el experto, “esta tendencia es irreversible”.
El nuevo escenario no solo tiene implicaciones ambientales, sino también geopolíticas y económicas. Porque la carrera por el liderazgo en tecnologías renovables redefinirá las reglas del juego energético en la última mitad del siglo XXI.
De momento, el principal motor del crecimiento solar sigue siendo China. Solo en 2024, el gigante asiático instaló más de 200 gigavatios (GW) fotovoltaicos. Es el equivalente a toda la capacidad de producción solar de Brasil.
Por su parte, la India ha conseguido duplicar su capacidad instalada en los últimos tres años. Un logro que forma parte de la estrategia de este país para reducir su dependencia del carbón y mejorar la calidad del aire en sus ciudades más contaminadas, que causan unos 2,3 millones de muertes prematuras cada año.
Europa también puede presumir de haber experimentado un importante auge en instalaciones solares. En este caso, la guerra de Ucrania ha sido clave. Como respuesta a la crisis energética derivada del conflicto bélico, muchos países han decidido acelerar su transición hacia fuentes propias y más sostenibles.
Aunque sigue siendo una fuente energética clave en muchos países desarrollados, las nucleares están experimentado una desaceleración.
El envejecimiento de las centrales existentes, los altos costes de construcción de nuevas plantas y los problemas asociados a los residuos que generan han limitado su crecimiento.
Además, algunos países, entre ellos España, están inmersos en un plan de eliminación de sus reactores nucleares.
Pero, a pesar de ello, a corto plazo la nuclear seguirá desempeñando un rol importante en la descarbonización. Eso sí, su crecimiento será mucho más limitado en comparación con el de las renovables.
A pesar de sus prometedores logros, la expansión de la energía solar sigue enfrentándose a importantes desafíos. Entre los puntos más críticos para garantizar la seguridad energética están la intermitencia de la producción, la necesidad de almacenamiento a gran escala y la modernización de redes eléctricas.
La necesidad de adaptar las infraestructuras para que puedan gestionar una proporción cada vez mayor de energía variable, es crucial para amortiguar cualquier fluctuación que pueda haber en la red y que podría haber influido en el gran apagón sufrido en la península ibérica el pasado abril.