La actualidad vitícola se resume de forma sencilla: “El mildiu ha causado estragos en el viñedo; y en algunas zonas, la pérdida es total”. La campaña vitivinícola de este año está viéndose marcada por un enemigo silencioso, y en ocasiones, olvidado pero letal: Plasmopara viticola, más conocido como mildiu, un hongo devastador que ha afectado gravemente a las viñas de distintas zonas del sur de España principalmente, y en especial en momentos críticos del ciclo vegetativo.
El mildiu es una enfermedad criptogámica causada por un hongo que afecta principalmente a la vid. Se manifiesta mediante manchas amarillas en el haz de las hojas, conocidas como manchas de aceite, y un micelio blanco en el envés.
Esta enfermedad se desarrolla en condiciones de alta humedad y temperaturas suaves, y su propagación puede ser explosiva si no se controla a tiempo. La infección se produce a través de las estomas de las hojas, y una vez dentro de la planta, el hongo se desarrolla con rapidez, especialmente si se dan lluvias frecuentes y rocíos persistentes.
La campaña vitícola 2025 está siendo especialmente virulenta por una combinación de factores meteorológicos que han favorecido la aparición y expansión del mildiu. La primavera ha sido m��s húmeda de lo habitual, con varios episodios de lluvia seguidos de días cálidos, y esa alternancia ha creado un microclima ideal para la infección y diseminación del hongo.
Además, muchos productores se han visto sorprendidos por la rapidez del primer ataque, ya que el mildiu se manifestó con fuerza antes de lo previsto. En muchas parcelas, las condiciones para una “infección primaria” se cumplieron a finales de abril, cuando aún no se habían iniciado los tratamientos preventivos habituales de cada año, lo que ha derivado en una carrera contrareloj en un intento de detener el avance del hongo.
#Campo | Viticultores de Montilla-Moriles se muestran preocupados por que la plaga de mildiu dañe sus cosechashttps://t.co/dAfCnIxxBf
— Diario CÓRDOBA (@cordoba) May 21, 2025
Este año, cuando los viticultores quisieron actuar, el mildiu ya había colonizado gran parte del viñedo, por lo que algunos tratamientos llegaron tarde, y en otros casos, la lluvia impidió su aplicación en el momento óptimo.
La consecuencia está siendo dramática, ya que en algunas explotaciones, especialmente aquellas de secano, la pérdida de cosecha ha sido total.
También han influido aspectos como la falta de renovación de maquinaria de aplicación o el uso de productos poco eficaces debido a la estricta reglamentación fitosanitaria.
El caso de esta campaña ha reabierto el debate sobre la estrategia de manejo agronómico en contextos de cambio climático.
El viñedo necesita una revisión técnica urgente. Ya que no podemos seguir dependiendo de la suerte o de un calendario fijo de tratamientos, algo comúnmente erróneo. Es necesario integrar sistemas de alerta, sensores climáticos, y sobre todo, formación continua para los viticultores.
En mi opinión, debemos de recuperar las prácticas tradicionales como el cultivo en vaso, mucho mejor adaptado a los escenarios climáticos actuales, ya que que facilita, por ejemplo, la aireación de la cepa y reduce la humedad retenida entre hojas y racimos.
El impacto económico todavía se está cuantificando, ya que aún no se tiene ni un ápice de idea sobre la magnitud de la consecuencia fúngica, pero sí que podemos advertir de que la campaña será muy inferior en volumen respecto al año anterior.
El mildiu ha sido una lección dura. Nos recuerda que el viñedo está vivo, y que la vigilancia y prevención son más necesarias que nunca. No podemos permitirnos otro año como este.