El intacto pueblo medieval de Cataluña desconocido incluso para los catalanes

No aparece en las guías y ahí se encuentra precisamente su encanto. Hoy viajamos a este pueblo ilerdense tan poco transitado al que cuando uno llega, parece que ha viajado en el tiempo.

Guimerà
Vista aérea de Guimerà, donde las casas de piedra se escalonan con armonía sobre la ladera, revelando el característico desnivel que define este intacto pueblo medieval catalán.

En la Cataluña interior, la provincia de Lleida despliega una belleza sobria y auténtica, lejos de las rutas turísticas más transitadas. Y ahí, entre campos de cereales, almendros y olivos, es habitual encontrarse con masías centenarias, ferias de productos de la tierra y pueblos que parecen haber detenido el tiempo.

Aunque muchos piensan en alta montaña cuando oyen hablar de Lleida, hay una zona en su parte meridional que esconde uno de los conjuntos medievales mejor conservados de toda Cataluña, prácticamente desconocido incluso para los propios catalanes.

Un pueblo ubicado en el mapa catalán pero fuera del radar

El nombre de este tesoro oculto no es otro que Guimerà. Situado en la comarca del Urgell, al sureste de la ciudad de Lleida y a poco más de una hora en coche (unos 55 kilómetros), este pequeño núcleo de apenas 300 habitantes posee una belleza única.

Ubicado en un escarpado valle del río Corb, el pueblo se encarama a una colina, con sus casas de piedra escalonadas siguiendo la pendiente y coronadas por una torre vigía que aún domina el horizonte.

Lo cierto es que la localización de este pueblo catalán no fue fruto del azar. En la Edad Media, ocupar un altozano era una ventaja defensiva y un símbolo de control territorial. Hoy, esa disposición urbana ofrece al visitante un viaje visual a través de siglos de historia condensados en una trama urbana que se ha mantenido casi intacta desde la época feudal.

Una historia viva entre piedra y silencio en la Cataluña olvidada

Si tiramos de hemeroteca, Guimerà aparece documentado por primera vez en el siglo XI, en plena expansión de la reconquista cristiana hacia el sur de Cataluña. Como muchos otros núcleos medievales, creció alrededor de un castillo (del que hoy se conserva la torre de vigilancia restaurada) y su iglesia de Santa María.

Santa Maria
Vista aérea de la espectacular iglesia de Santa María, una joya del siglo XIV que originalmente era de estilo románico, pero fue sustituida posteriormente por un templo gótico.

Durante la Edad Media, Guimerà fue una villa destacada del condado de Urgell, con calles empinadas que acogían un mercado activo y ocupaban una posición clave entre el interior y la costa. La industrialización apenas lo tocó, y mientras otros pueblos cambiaban, Guimerà conservó su trazado original, convirtiéndose en un auténtico relicario medieval.

Guimerà en esencia, una cápsula del tiempo medieval

Recorrer esta localidad es sumergirse en un decorado de otra época: arcos de medio punto, pasadizos cubiertos, escaleras de piedra, casas de tres plantas con balcones de forja y callejones que serpentean sin orden aparente. El visitante pronto entiende por qué el pueblo fue declarado Bien Cultural de Interés Nacional y forma parte del inventario del Patrimonio Arquitectónico de Cataluña.

Entre los elementos más notables, además del castillo y la iglesia, destaca el puente medieval sobre el río Corb, símbolo del pueblo y punto de partida de muchas rutas senderistas. También merece mención la tranquilidad que se respira: aquí el turismo llega en cuentagotas, lo que permite una experiencia auténtica y sin aglomeraciones.

A pesar de su riqueza patrimonial y estética, Guimerà no ha gozado de la promoción turística de otros pueblos medievales más cercanos a Barcelona o la Costa Brava. Su ubicación en una zona poco transitada por visitantes extranjeros, junto a la falta de grandes infraestructuras hoteleras, ha contribuido a que permanezca como un lugar casi secreto.