Unos expertos del Instituto Smithsonian revelan el secreto de los murciélagos para identificar presas tóxicas

A simple vista, los murciélagos pueden parecer cazadores impulsivos, pero un nuevo estudio coordinado por el prestigioso Instituto Smithsonian revela que desarrollan su dieta con oído fino y aprendizaje constante.

Murciélagos
Los murciélagos cazan escuchando las canciones de las ranas que croan desde la vegetación

En la oscuridad del bosque tropical panameño, los murciélagos de labios franjeados (Trachops cirrhosus) sobrevuelan ríos y estanques en busca de alimento. Estos pequeños depredadores tienen una estrategia única: no cazan por vista, ni siquiera solo por ecolocalización, sino escuchando las canciones de las ranas que croan desde la vegetación.

Pero no todos los cantos indican una cena segura. Algunas de esas ranas son venenosas y otras demasiado grandes para ser manejadas. ¿Cómo lo saben? Porque lo han aprendido.

Una dieta guiada por la memoria

Un estudio liderado por científicos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales ha revelado que estos murciélagos no nacen sabiendo qué comer, sino que desarrollan su repertorio alimenticio a partir de la experiencia. En otras palabras, aprenden a escuchar qué sonidos merecen su atención… y cuáles es mejor ignorar.

Los investigadores analizaron cómo estos murciélagos reaccionan ante los sonidos de 15 especies distintas de ranas y sapos del área. En un experimento realizado en una gran cámara de vuelo al aire libre, grabaron cómo los murciélagos adultos y juveniles respondían a las llamadas de diferentes especies.

Mientras que los adultos mostraban un rechazo claro hacia cantos de ranas tóxicas como el sapo de caña (Rhinella marina), los juveniles no parecían tan selectivos. De hecho, muchas veces mostraban mayor interés por estas llamadas peligrosas que por las de especies más seguras y apetecibles, como la rana túngara (Engystomops pustulosus), un clásico en su menú.

Rana
Los murciélagos adultos muestran un rechazo claro hacia cantos de ranas tóxicas como el sapo de caña

Esto demuestra que el instinto por sí solo no basta: los murciélagos necesitan tiempo y experiencia para refinar sus preferencias. Así, a lo largo de su vida, aprenden a reconocer patrones acústicos asociados con presas nutritivas y a evitar aquellos ligados a una mala experiencia.

Aprendizaje y evolución combinados

Este tipo de aprendizaje conductual se conoce como “aprendizaje asociativo” y representa una ventaja evolutiva para especies como Trachops cirrhosus, cuyo hábitat incluye una gran diversidad de anfibios. Dado que las especies de ranas varían mucho entre regiones, no sería útil que los murciélagos nacieran con un conocimiento fijo de qué comer: deben adaptarse a las voces del entorno en el que crecen.

Murciélago
Los murciélagos adultos aprenden que lo grande no siempre es mejor

Además, se ha observado que los cantos más graves suelen provenir de ranas más grandes. Si bien en teoría eso indicaría una presa más sustanciosa, los murciélagos adultos aprenden que lo grande no siempre es mejor: algunas de estas ranas grandes son venenosas o difíciles de manejar. En cambio, los jóvenes todavía responden con mayor entusiasmo a esos cantos más profundos, guiados por el instinto antes de afinar su criterio con la experiencia.

Un espejo de nuestras propias decisiones

Más allá del mundo animal, este estudio toca un tema profundamente humano: la manera en que aprendemos a tomar decisiones basadas en la información del entorno. Tal como los murciélagos desarrollan su “oído crítico”, los seres humanos también aprendemos a distinguir entre señales útiles y engañosas con el tiempo.

Este paralelismo recuerda que incluso en la naturaleza, no todo conocimiento es innato. A veces, sobrevivir —y elegir bien— depende de saber escuchar… y aprender de los errores.

Referencia de la noticia

James, L., Page, R. A., & Bernal, X. E. (2025). The ontogeny of decision-making in an eavesdropping predator. Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, 292(2025), 0450.