Acaba de publicarse el último informe de la EFSA sobre residuos de plaguicidas en alimentos en Europa. Se recogieron casi 88.000 muestras de alimentos. El análisis de los resultados muestra que el 96,1 % de las muestras se encontraron dentro de los niveles legalmente permitidos . Para el subconjunto del programa de control coordinado de la UE , 13845 muestras fueron analizadas al azar de 12 productos como uvas, melones, aceite, huevos, pimientos… el 97,9 % se encontró dentro de los límites legales.
De ellas:
Escuchamos la palabra y nos echamos a temblar: pesticidas. Hemos asumido que están en ellas, pero la realidad es un poco distinta. Y más aburrida.
No me ves, pero pongo “pesticidas” entre comillas porque ya sólo ese nombre da miedo. La verdad es que su nombre en español es plaguicida o, mejor dicho, fitosanitarios, pero es que en inglés se dice “pesticida” y encima con connotaciones muy negativas, así que empecemos por llamar a las cosas bien. A partir de hoy: fitosanitarios. Da igual, ¿verdad?
Los fitosanitarios se usan para el tratamiento y prevención de enfermedades y plagas en los cultivos. Es más, a veces se utilizan bacterias y virus. Con ellos evitamos la destrucción de cultivos que pueden afectar a la producción ya la calidad de las frutas y verduras, además de evitar la formación de mohos y sus toxinas en los alimentos.
Por supuesto, en las frutas y verduras ECO también se utilizan fitosanitarios. Otros distintos, pero también se usan. Que no te explote la cabeza, exactamente igual que en los alimentos de la agricultura convencional: tampoco llegan a nuestras mesas por encima de los límites legales.
Estas sustancias están reguladas tanto en cantidad como en qué tipo de productos se tienen que utilizar, además se revisa su seguridad extrema en datos objetivos. Para que un fitosanitario se autorice, debe cumplir al menos tres criterios:
Todo esto debe estar probado científicamente. Es verdad que, pese a esto, el uso en la cosecha puede conllevar la presencia de residuos . No todos dejan residuos en los alimentos, pero en caso de hacerlo, existe un límite máximo de residuos que se fija con un margen de seguridad muy amplio que garantiza la seguridad en el consumidor, hablamos de partes por millón.
Es decir, imaginemos que encontramos 0,1 mg/kg de un plaguicida en un alimento, bien, pues es tanto como encontrar una mosca en un camión de 10 toneladas de frutas.
Algunos productos cuyo nombre hemos oído mil veces como el glifosato sí suponen un riesgo para los trabajadores que lo aplican, igual que ocurre, por ejemplo, con la pintura. Pero eso no implica que tenga que ser tóxico para el consumidor.
En muchas ocasiones se utilizan los riesgos en seguridad laboral para inducir miedo en el consumidor. Claro que hay que utilizarlos con equipos de protección, pero eso no significa que, cuando el alimento llegue a nosotros, el riesgo se mantenga.
Los límites máximos de residuos están sometidos a revisiones permanentes y a controles por las autoridades, tanto en la seguridad del fitosanitario como en los análisis sobre el producto. Si te preocupa ese “residuo” te diré que se regula teniendo en cuenta el nivel de exposición que hemos tenido a lo largo de toda nuestra vida y sí, se ha analizado el riesgo de la asociación de diferentes residuos.
En cualquier caso, siempre hay que tener en cuenta tres pautas para el consumo de fruta y verdura.
Lo más importante a tener en cuenta: come fruta sin miedo y como te venga en gana, pero hazlo.