No es Bali ni Hawái, es Canarias. El pueblo escondido con aguas cristalinas y ballenas en el horizonte

Ya sea por su historia, su patrimonio o sus paisajes naturales, este pueblo cautiva sin necesidad de artificios. Acompáñanos a descubrir este paraíso renacido tras una erupción volcánica.

Garachico
Vista aérea de Garachico, un verdadero espectáculo para los ojos por el contraste de las aguas azules del Atlántico con su herencia volcánica.

Cuando uno oye hablar de Canarias, y concretamente de Tenerife, una de las primeras referencias que le vienen al pensamiento es el Teide, el plátano y las "papas arrugás". Pues bien, hoy queremos descubrir contigo un rincón desconocido que es pura belleza natural, un paraíso de serenidad alejado de los resorts de lujo de Costa Adeje.

El pueblo que resurgió de la lava para hacerse historia

Estamos hablando de Garachico, pequeño pueblo ubicado en la costa norte de Tenerife, y no nos equivocamos si decimos que probablemente es el más bonito de toda la isla.

Fundado en el siglo XV, fue un puerto crucial para el comercio entre Europa y América que floreció con la exportación de azúcar y vino. Sin embargo, su destino cambió drásticamente en 1706, cuando la erupción del volcán Arenas negras devastó la ciudad, cubriendo gran parte del puerto original bajo un manto de lava.

La verdad es que, a pesar de este desastre natural, Garachico renació. Y lo hizo en todo su esplendor. En reconocimiento a su importancia histórica y arquitectónica, fue declarado Bien de Interés Cultural en 1994.

Piedras con historia: Garachico y sus monumentos centenarios

El pueblo se distingue por su arquitectura colonial, sus calles empedradas y plazas tranquilas que invitan a pasear entre edificaciones centenarias. Entre sus puntos de interés destaca el Cerro de los Roques, cuya imponente altura alcanza los 2.000 metros y ofrece vistas espectaculares de la costa y el océano.

Un paseo por esta localidad es lo más parecido a viajar a través de los siglos. El Monumento al Motín del Vino, que conmemora un incidente histórico entre campesinos y las autoridades coloniales por los impuestos sobre el vino, es solo uno de los muchos testimonios de la resistencia local.

Las iglesias, como la de Santa Ana y la de San Francisco, cuentan historias de fe y resiliencia a lo largo de generaciones, aunque también destacan el antiguo Convento de las Concepcionistas y el Castillo de San Miguel, que vigila el litoral desde el siglo XVI.

El Caletón, naturaleza salvaje en piscinas de lava

Si bien es cierto que el interior del pueblo es de una belleza indiscutible, su entorno natural, moldeado por la fuerza volcánica, es igualmente impresionante. Las piscinas naturales de El Caletón, formadas tras la erupción de 1706, son uno de sus mayores atractivos: un laberinto de lava petrificada donde el mar se cuela formando charcos de aguas transparentes y serenas, perfectas para refrescarse con vistas al océano Atlántico.

Estas piscinas ofrecen una experiencia única, enmarcada por el perfil del Roque de Garachico y el murmullo constante de las olas. La zona está perfectamente acondicionada con s seguros, pasarelas y zonas de descanso, lo que permite disfrutar del baño incluso con niños.

Desde sus bordes se contemplan, por un lado, las fachadas históricas de Garachico y, por el otro, la inmensidad del océano, mientras las ballenas y delfines juegan en las aguas más profundas cerca del horizonte. Desde luego, si esto no es el paraíso, es lo más cercano a lo que imaginamos.