A Menorca la llaman la isla de la calma, y puede presumir de ser el primer lugar donde sale el sol en España. Y no sólo eso, sino que en su interior, una isla de tan sólo 700 kilómetros cuadrados de superficie cuenta con 1586 yacimientos arqueológicos.
Precisamente esa riqueza en yacimientos talayóticos es lo que le ha valido ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, una lista en la que ya podemos sacar pecho, pues con Menorca sumamos 50 conjuntos españoles de alto valor cultural.
Tras la aprobación de la candidatura de "Menorca Talaiòtica. Una odisea ciclópea insular" y tras varios intentos fallidos, se lograba por fin en el 45º Comité de Patrimonio de la UNESCO el exclusivo reconocimiento internacional a su patrimonio arqueológico, que principalmente se sustenta en nueve componentes.
Uno de los más conocidos es Sa Naveta des Tudons, situado en la carretera que une Ferrerias y Ciudadella. Se trata de un monumento funerario megalítico construido sobre el año 1000 a.C. que se erige como el más antiguo de Europa.
Debe su nombre a que su diseño recuerda a una barca al revés, y lo que la hace más singular todavía es que para su construcción no se utilizó ningún tipo de cemento, tan sólo piedras encajadas unas sobre otras.
Otro de los más conocidos es el de Trepucó, situado a unos dos kilómetros de Mahón. Se trata de un asentamiento talayótico, cuya famosa taula destaca no sólo en este yacimiento, sino en muchos otros de la isla.
Se trata de edificios de planta de herradura, con dos bloques de piedra colocados en forma de "T" y situados en el centro de la construcción. Se cree que la funcionalidad de este recinto era la de un espacio religioso y de culto.
No obstante, la lista de yacimientos es interminable y nada mejor que viajar a la isla para descubrirlos, pues también destacan la cala de Calescoves y su impresionante necrópolis de cuevas artificiales, pero también el poblado talayótico de Talatí de Dalt, así como la mina de cobre prehistórica de Sa Mitja Lluna, situada en la Illa d'en Colom.
Todo un conjunto de un valor incalculable, que en los últimos años está suponiendo también algunos problemas para al gobierno balear. Y es que parece que se ha puesto de moda entre los turistas llevarse un trocito de Menorca en la maleta, lo que está suponiendo un ataque al ecosistema de la isla, por lo que las autoridades ya han empezado a buscar soluciones.
En el aeropuerto de Menorca llevan años requisado todo tipo de "recuerdos": ya sea un poco de arena de la playa, o alguna piedra de forma original, incluso algún fósil.
Los que tratan de apropiarse de lo ajeno deberían recordar que se trata de objetos geológicos sustraídos de áreas naturales de interés y con un elevado grado de protección.