En las ciudades, los árboles de porte juegan un papel fundamental en el balance térmico. Es irrefutable que la sombra, la evapotranspiración y la reducción de la radiación solar directa que producen ayudan a disminuir las temperaturas máximas durante el día.
Sin embargo, un estudio dirigido por la Universidad de Cambridge y publicado en Communications Earth & Environment, ha concluido que los árboles equivocados plantados en el lugar equivocado pueden hacer que las ciudades sean más calurosas por la noche.
Las copas de los árboles, sus troncos y el suelo debajo de ellos absorben calor solar, que puede ser liberado durante la noche, lo que contribuye a un incremento en las temperaturas locales nocturnas.
Además, en áreas urbanas densas, los árboles pueden limitar la disipación del calor hacia la atmósfera porque crean una especie de "techo térmico". Es decir, sus copas bloquean la radiación de calor que las superficies urbanas emiten hacia el cielo durante la noche, atrapando parte del calor en la superficie.
Los espacios verdes y los árboles en áreas urbanas pueden enfriar el aire hasta 8º C, reduciendo la necesidad de aire acondicionado un 30%.
— FAO en español (@FAOenEspanol) July 26, 2019
Los #árboles pueden hacer de nuestras ciudades lugares más verdes, saludables y felices para vivir.#OladeCalor #AcciónClimática pic.twitter.com/hXGRA1XRZn
Por eso, bajo el dosel arbóreo, el aire puede volverse más cálido y húmedo durante la noche. Un efecto que es más perceptible cuando la vegetación es muy densa y hay poca circulación de aire.
A pesar de los resultados del estudio, los beneficios de plantar árboles en las ciudades superan los inconvenientes. Los números así lo atestiguan.
Por ejemplo, en Nigeria, el arbolado urbano es capaz de conseguir un enfriamiento diurno de hasta 12 °C, mientras que el efecto de calentamiento nocturno apenas alcanza los 0,8 °C.
En general, según esta investigación, en climas áridos, los árboles enfrían las ciudades unos 9 °C y las calientan por la noche solo en 0,4 °C. En los climas de selva tropical, con mayor humedad, el enfriamiento diurno alcanza los 2 °C, frente a los 0,8 °C de enfriamiento nocturno.
Y en climas templados, el enfriamiento producido por los árboles llega a los 6 °C, mientras que pueden aumentar la temperatura nocturna unos 1,5 °C.
Por eso, la función de los árboles en la regulación térmica urbana sigue siendo clave, especialmente en la reducción de las temperaturas extremas durante el día, que tienen un efecto más crítico para la salud y el confort humano.
La tensión que experimentan las personas, los animales y el entorno debido a las altas temperaturas que se registran en las ciudades, particularmente durante periodos cálidos, es lo que se conoce como estrés térmico urbano.
Que las áreas urbanas sean significativamente más cálidas que las zonas rurales cercanas, se debe a factores como:
El estrés térmico tiene efectos nocivos en la salud humana, como el aumento de enfermedades relacionadas con el calor (deshidratación, golpes de calor), e incrementa las tasas de mortalidad en grupos vulnerables como las personas ancianas.
Eso sin mencionar otras consecuencias económicas y medioambientales negativas, como la afectación sobre la productividad o el aumento del consumo de energía para enfriar hogares y centros de trabajo: un círculo vicioso.
La retención nocturna del calor que producen los árboles en las grandes ciudades no debería ser una excusa para dejar de plantarlos.
De hecho, los investigadores de la Universidad de Cambridge creen que es posible minimizar este efecto, que puede preocupar especialmente en climas muy cálidos y húmedos, y también en zonas densamente urbanizadas.
Por eso, el estudio proporciona algunas pautas en función de cada contexto, lo que puede ayudar a los planificadores urbanos a maximizar los beneficios de la refrigeración vegetal frente al calentamiento global:
Li, H., Zhao, Y., Wang, C. et al, 2024. La eficacia de enfriamiento de los árboles en las ciudades está determinada por el clima de fondo, la morfología urbana y las características de los árboles. Commun Earth Environ 5, 754.