¿Qué hay más frustrante que llegar a la playa con ganas de darse un buen chapuzón y encontrarte el mar repleto de medusas? A todos nos ha pasado alguna vez, y estamos acostumbrados a ver la misma tipología de estos animales marinos, pero hoy os vamos a hablar de las especies de medusa menos conocidas y más peligrosas que podemos encontrar en nuestras costas.
Y es que el aumento de la temperatura del mar y la cada vez más escasa comunidad de depredadores como el atún rojo o la tortuga boba han propiciado un aumento considerable de estos seres en aguas españolas.
La picadura de cualquier medusa es dolorosa y provoca una sensación de ardor, síntomas que en mayor o menor medida, son pasajeros. Sin embargo, cada vez aparecen especies más peligrosas cuya picadura, aunque no sea mortal, puede poner en riesgo la salud humana por un shock anafiláctico o por simple ahogamiento.
Ese es el caso de la carabela portuguesa (Physalia physalis), posiblemente la más peligrosa, que suele habitar aguas templadas del océano Atlántico, pero que se ve cada vez más en el Mediterráneo.
Su peligrosidad radica en el potente veneno que poseen sus tentáculos, que pueden producir quemazón e intenso dolor, así como laceraciones en la piel.
Seguimos con otra de las consideradas peligrosas, la medusa Luminiscente, también conocida como Pelagia Noctiluca. Lo habitual es que estén en aguas abiertas, pero suelen acercarse a la costa en verano y las reconocerás por su superficie cubierta de verrugas.
Sus largos tentáculos provocan irritaciones y escozor en la piel, causando heridas abiertas que pueden infectarse con facilidad, además de que su veneno puede conllevar problemas a nivel respiratorio, cardiovascular o dermatológico en determinadas personas.
Quédate con este otro nombre: Carybdea marsupialis, también conocida como Medusa cubo o Avispa marina. Pese a que esta especie habita en profundidades próximas a los 20 metros, se han avistado también en nuestras costas. Llama la atención que tiene un complejo "ojo", que le permite reaccionar ante objetos móviles y responder a cambios en la luminosidad.
Su picadura provoca un profundo dolor, además de dermatitis severa. Y sobre todo, dependiendo de la sensibilidad de cada persona y de la superficie afectada, puede llegar a provocar graves problemas de salud.
Otra que debes evitar si te la encuentras es la Rhizostoma Pulmo, también conocida como aguamala o aguaviva, habitual en el mar Mediterráneo y en el Atlántico. Es una de las medusas más grandes, pues puede llegar a medir 40 centímetros de diámetro.
Este tipo de medusa suele acompañar a cangrejos y peces como los jureles o caballas y está catalogada como de peligrosidad media. El problema no sólo es tocarla, sino que el simple o con algún tentáculo esparcido por la costa puede llegar a producir serias irritaciones.
Acabamos con la aguacuajada o cotylorhiza tuberculata, comúnmente conocida como "huevo frito" por su característica forma, pero de una peligrosidad más baja, aunque su picadura puede ser molesta para algunas personas.
Mide unos 35 centímetros y la encontrarás tanto en aguas abiertas como en la costa, y es muy común en el Mediterráneo durante el verano y el otoño, especialmente en la zona del mar Menor.