Durante años hemos escuchado que debemos tomar más de 8 vasos de agua al día. Mucha gente llega realmente agobiada a esa cifra. Lo que no nos han repetido tantas veces es que, lo que decía de verdad el estudio en el que se basa este mantra, era que debemos estar hidratados el equivalente a dos litros de agua. No decía que tuviera que ser específicamente beber 2 litros de agua.
Por otra parte, también nos han contado que el primer síntoma de deshidratación es la sed. Poco hubiera durado la especie humana de haber sido así. La deshidratación es algo muy serio. Sus síntomas son: sequedad de boca, dolor de cabeza, somnolencia, bajada de tensión, náuseas, aceleración del ritmo cardíaco… mucho más que sed. Hay margen. Eso sí, en niños y ancianos el umbral de la sed no es el adecuado y no tienen sensación de sed y pueden deshidratarse, así que habrá que poner un cuidado especial con ellos.
Nuestros mecanismos de termorregulación hacen que perdamos agua y minerales a través del sudor. Podemos reponerlo con agua y fruta, pero es verano y queremos refrescarnos aún más.
Vamos con ellas.
Por supuesto que los hay.
Vegetales como el pepino, lechuga, tomate o espinacas tienen más de un 92% de agua.
Con las frutas lo tenemos muy fácil: fresas, plátanos, melón, sandía, piña… están compuestos por más de un 80% de agua.
Incluso la leche, el queso fresco, el maíz, la avena y hasta las legumbres tienen un elevado porcentaje de agua en su composición.
Eso sí, la hidratación es importante todo el año, no sólo cuando sufrimos olas de calor, ya ves que una buena alimentación aporta mucho más que nutrientes.